Lactancia y prematuros


Complementar la alimentación de los prematuros con una proteína láctea, la lactoferrina bovina, sola o acompañada de un probiótico (’Lactobacillus rhamnosus’), podría prevenir la incidencia de sepsis neonatal, una infección grave que aparece pasadas al menos 72 horas del nacimiento, según un estudio.

La sepsis neonatal tardía es una complicación frecuente y grave que causa muertes y discapacidades neurológicas a largo plazo, especialmente a los bebés que pesan menos de 1.500 gramos al nacer. Este problema lo sufren casi un 21% de estos prematuros. La investigación, que ahora publica la revista ‘The Journal of the American Medical Association’, fue realizada por un grupo de científicos italianos encabezados por el doctor Paolo Manzoni, de la Unidad de Neonatología y Cuidados Intensivos Neonatales del hospital de Santa Anna en Torino. Estos médicos decidieron apostar por la función preventiva de la lactoferina bovina frente a la sepsis neonatal tardía dada su implicación en la respuesta inmune innata. Además, esta glicoproteína ha demostrado inhibir el crecimiento de una amplia variedad de bacterias hongos y virus y ha revelado, en estudios de laboratorio, una actividad antibacteriana aun mayor que la lactoferrina humana, utilizándose en fórmulas de alimentación infantil en países como Japón o Italia sin que se hayan detectado reacciones adversas.

El trabajo, que incluyó a 472 niños que pesaban menos de 1,5 kg, dividió a los bebés en tres grupos. En uno de ellos, 153 neonatos recibieron por vía oral sólo la lactoferrina bovina, en otro, 151 tomaron lactoferrina bovina combinada con el probiótico LGG y en el tercero, 168 tomaron placebo. El tratamiento se prolongó durante los primeros 30 días de vida de los bebés que pesaban más de 1.000 gramos y hasta los 45 días en el caso de los que habían pesado menos de 1 kg.

Aunque 45 de los niños desarrollaron su primer episodio de sepsis tardía se observó que la incidencia fue muy inferior entre los neonatos que habían recibido lactoferrina bovina, sola o combinada con LGG, ya que mientras estos la sufrieron en un 5,9% y un 4,6% respectivamente, quienes habían recibido placebo presentaron una incidencia del 17,3%. Esta diferencia se constató en la sepsis tanto de origen bacteriano como fúngico (por hongos), sin que se detectasen efectos adversos o intolerancias durante el tratamiento. Por otra parte, la mortalidad fue del 0% en los que solo tomaron lactoferrina, de un 0,7% en los que la ingirieron combinada con el lactobacillus y sin embargo afectó al 4,8% de los que habían recibido placebo

Otro hallazgo importante fue que en los bebés que pesaban menos de 1.000 gramos se observaron diferencias aún mayores en la incidencia de sepsis tardía entre quienes fueron tratados con la glicoproteína láctea y quienes no, ya que afectó en torno al 11% de los que tomaron lactoferrina bovina, sola o combinada con el probiótico, frente al 36,7% de los que habían sido tratados con placebo.

A la hora de explicar este fenómeno los autores llegaron a la conclusión de que dado que las dosis administradas fueron iguales, independientemente del peso del bebé, los niños con menor peso habían recibido una mayor cantidad por kilo de peso corporal y además su tratamiento había sido más prolongado (15 días más). Además, la concentración de lactoferrina humana es mayor en la leche de las madres de estos niños con bajo peso.

A la vista de estos resultados los investigadores concluyen que la lactoferrina bovina, sola o acompañada del ‘Lactobacillus rhamnosus’, reduce la incidencia de la sepsis tardía en recién nacidos con bajo peso, algo importante teniendo en cuenta que las discapacidades neurológicas a largo plazo afectan al 45% de los que han sufrido una bacteriemia (presencia de bacterias en la sangre) y al 57% de los que sobreviven a una fungemia (presencia de hongos en la sangre).

Además, la lactoferrina bovina contribuye a mitigar la inflamación, una de las causas primarias de complicaciones a largo plazo de la sepsis tardía, por lo que la administración de este compuesto podría tener beneficios a largo plazo al evitar inflamaciones severas relacionadas con infecciones y shock séptico.

David. A. Kaufman, miembro de la división de neonatología del Sistema de Salud de la Universidad de Virginia, firma un editorial que acompaña este trabajo en el que sostiene que los resultados del presente estudio señalan la prioridad de que se hagan futuras investigaciones sobre la lactoferrina que confirmen la eficacia y la seguridad de su uso en bebés con bajo peso, incluyendo a un mayor número de ellos. En opinión de este especialista, se debe valorar además su efecto sobre el desarrollo neurológico, la duración del ingreso en el centro y su efecto sobre los costes hospitalarios.

En opinión del doctor Jesús Pérez Rodríguez, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario La Paz de Madrid, se trata de un estudio interesante, ya que la sepsis nosocosomial (la que se da en los hospitales) es un problema frecuente en los grandes prematuros, tanto más frecuente cuanto menor es el peso y la edad gestacional al nacer. “El aumento de supervivencia de prematuros cada vez más pequeños, con una inmunidad más inmadura y por tanto más vulnerables frente a la infección explica, en mi opinión, que siga siendo un problema en las unidades de neonatología que atienden a grandes prematuros”, explica este especialista. “Administrar una sustancia por vía oral es un procedimiento no invasivo ni doloroso y la reducción de infección nosocomial es muy importante, especialmente en los niños más pequeños (los de más riesgo). La experiencia, de todos modos, recomienda ser cautos”, señala.

“En la historia de la Neonatología han aparecido algunas terapias con resultados iniciales muy esperanzadores y que posteriormente no han confirmado las expectativas o han mostrado efectos adversos a medio o largo plazo que superaban a los beneficios iniciales. Por ello, como los autores y el editorial sugieren, es una línea nueva, interesante por sus resultados y su facilidad de aplicación, pero que requiere más investigación controlada para confirmar que es realmente una medida útil y sin riesgo para los grandes prematuros”, aclara Pérez Rodríguez.


Fuente: Blog Médico

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