Primeros auxilios

Que nadie me malinterprete. Dar primeros auxilios, evidentemente, forma parte de mi profesión. Además, con titulación en Socorrismo y Transporte Sanitario, los he dado durante mucho tiempo. Pero no es lo mismo darlos en un hospital, o en una ambulancia (donde algo de equipamiento hay), a darlos en mitad de la calle.

El otro día salí a merendar después de un duro día en clase, intentando desconectar un poco. Pero en mitad de la calle, en la puerta de una tienda, vi a un hombre mayor tendido en el suelo, rodeado (como no), de los típicos mirones, y de una señora que intentaba hacer lo que podía... aunque no sabía nada. Me acerqué y vi a un señor completamente cianótico; me arrodillé a su lado y, como siempre hay que hacer, me centré en tres cosas:

    - preguntar su nombre para comprobar si estaba consciente
    - tomar el pulso
    - comprobar si respira

En este caso, el buen hombre estaba inconsciente, con pulso muy débil y apneas mantenidas. Le tumbé bien en el suelo mientras un chico llamaba a la ambulancia. No me preguntéis cómo, pero poco a poco empezó a tomar un color normal, la respiración se regularizo, y el pulso se mantuvo. Al final, incluso recuperó la conciencia, pero iba solo y era incapaz de decir su nombre o decir qué le había pasado. Se había mordido la lengua en los laterales y estaba sangrando... la señora que le socorría al llegar decía que le había visto convulsionar. ¿Una crisis? Es posible... pero con la afasia que le vi después, más bien creo que sufrió un ictus que cursó con convulsiones.

Eso sí, la ambulancia tardó lo que calculamos en 20 minutos, cuando por ley debería tardar un máximo de 15. Cuando llegó, además de apartarme de malos modos, dijo que ese señor no estaba tan grave como le habíamos dicho por teléfono. ¡Evidentemente! Con lo que tardaron un poco más y hasta se va andando él mismo al hospital... No voy a criticar al 061 porque trabajé allí durante mucho tiempo, y durante ese tiempo era yo la que acudía a las llamadas, pero precisamente por eso sé que hay gente que tiene claro cuál es su trabajo, y corre cuando recibe un aviso, mientras que hay otros que primero terminan el cigarrillo que acaban de encender.

Más dramática fue la situación de hace 1 año, en que me vi obligada a atender a otro hombre en la calle, aunque esta vez con la ayuda de una enfermera que también pasaba por allí, en mitad de una plaza atestada de morbosos mirones en las fiestas de Gracia. En esa ocasión, el hombre había muerto cuando llegó la ambulancia... Podrías contaros los intentos de reanimarle, la lividez que le apareció, las relajaciones de esfínteres, la desesperación de su mujer mirando y llorando a su lado... Podría contaros cómo lloré cuando llegó la ambulancia media hora después y me apartaron de su lado, lo impotente que me sentí a pesar de haber hecho todo cuánto estaba en mi mano. 

Pero sólo os contaré una cosa, y es que si el sistema de emergencias estuviera realmente preparado y concienciado para el trabajo que desempeña se ahorrarían muchas de estas situaciones. Si se implantara una clase de RCP básica en las escuelas, tendríamos todos más medios para afrontarlo. Si la gente ayudara en vez de quedarse mirando, no me sentiría tan asqueada.