El Instituto Karolinska de Estocolmo ha sido un año más el encargado de anunciar los ganadores del premio Nobel de Medicina y Fisiología, dotado con diez millones de coronas (980.000 euros), por su contribución al conocimiento de los telómeros (del griego ‘telos’, final; y ‘meros’, parte). Desde que Hermann Joseph Muller los descubriera durante la década de los años ’30, se ha avanzado mucho en su conocimiento gracias a las técnicas de genética molecular. Los telómeros, involucrados en enfermedades tan importantes como el cáncer, se encargan de proteger el extremo de los cromosomas humanos del proceso de envejecimiento.
Los nuevos premios Nobel resolvieron una de los cuestiones más relevantes de la biología: cómo los cromosomas pueden ser copiados de una forma completa (sin errores). La solución se encontraba en los telómeros, regiones de ADN no codificante, altamente repetitivas, cuya función principal es la estabilidad estructural de los cromosomas en las células eucariotas y la división celular; y en la enzima que los forma, la telomerasa. Elizabeth H. Blackburn descubrió con Jack W. Szostak que una única secuencia de ADN en los telómeros protege a los cromosomas de la degradación. La investigadora identificó además con la científica galardonada, Carol W. Greider, la enzima telomerasa. A medida que las células se dividen y envejecen, los telómeros se van acortando. En cambio, si la actividad de la telomerasa es alta, la longitud del telómero se mantiene y el envejecimiento celular se retrasa. Éste es el caso de las células cancerosas, que producen telomerasa para seguir sobreviviendo y no morir nunca.
“La enzima telomerasa es un mecanismo básico para la vida”, explica María Blasco, directora de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y especialista en este mismo campo. “No hay vida sin telomerasa, porque se encarga de mantener a la célula joven. Pero al mismo tiempo, esto que no es malo por sí mismo, también le permite mantener joven a una célula mutada, como lo son las tumorales”. Algunos investigadores comparan los telómeros con los extremos de los cordones de zapatos, el plástico que evita que se deshilachen, hasta que, con el uso, lentamente se van gastando y acortando.
“Los descubrimientos de Blackburn, Greider y Szostak han añadido una nueva dimensión para la comprensión de la célula, han arrojado luz sobre los mecanismos de enfermedades y han estimulado el desarrollo de potenciales nuevas terapias”, ha destacado sobre ellos el Instituto Karolinska.
El premio Nobel de Medicina de este año, que será entregado junto al resto de premios el próximo 10 de diciembre en Estocolmo, reconoce el descubrimiento de un mecanismo fundamental de la célula, un hallazgo que proporciona un mayor conocimiento de las enfermedades y estimula el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas.
Fuente: SINC & Blog-médico
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Me ha parecido bastante injusto que no se haya llevado el Nobel María Blasco, que también ha trabajado mucho en el tema..
Un besazo!
La verdad es que sí, pero ya se sabe... En estos campos, los españoles nunca suelen ser muy reconocidos, menos aún si hay otro país que investiga sobre lo mismo.
Un beso!
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