Soy una mujer de costumbres, no sólo en mi vida profesional, sino en todo. Tanto, tanto, que rozo lo patológico y puedo desesperar a los más íntimos; suerte tengo de ser flexible y saber adaptarme a los cambios por poco que me gusten.
Me gusta el método, el órden, el que las cosas estén siempre en el mismo sitio, la sistematización... Con los pacientes, me gusta hacer la historia clínica con un órden lógico, explorarlos de abajo a arriba sin dejarme nada, escribir mis impresiones de forma ordenada. Y me gusta, obviamente, que mi entorno no varíe.
Por eso, aunque estos últimos 15 días he estado de fábula con el adjunto que me ha soportado, y sus dos residentes, a pesar de que he aprendido mucho y he podido ver otra forma de hacer la cosas, que ayer volviera mi adjunta y yo me incorporara a "mi equipo" me hizo sentirme en casa. Quizás es porque su forma de hacerlo todo se parece mucho a la mía, tal vez es porque desde el primer día fui con ella, no lo sé, pero me siento muy a gusto teniéndola de adjunta y tutora, y me encanta trabajar con ella. Ojo, repito que he estado muy bien cambiando de aires, pero no puedo evitar ser así.
Eso sí, ya no estoy sola; ahora tengo a una coR de Familia que, durante un mes, vendrá con nosotras. Apenas nos conocemos, así que estoy aprendiendo a trabajar con ella, pero creo que la cosa no pinta mal.
Por lo demás, ahora que todo vuelve a la normalidad, no puedo quejarme.