¿Atención Primaria o especialista hospitalario?


Un estudio de la Universidad Pablo de Olavide señala que el acceso directo al especialista en un sistema sanitario sólo es recomendable si la presión de los pacientes para ser derivados por el médico de cabecera es muy alta, y si la calidad de la información de los pacientes sobre su enfermedad es moderada. Los resultados del trabajo han sido publicados en la revista Health Economics, de gran peso internacional en el sector de Economía de la Salud.

Desplazamientos, colas, turnos, listas de espera, … Éstas son situaciones irremediables que se puede encontrar cualquier individuo en el caso de que quiera recibir asistencia sanitaria. En España, Portugal o Reino Unido, por ejemplo, la obligatoriedad de visitar al médico de atención primaria antes de acceder a un especialista provoca, generalmente, que el tiempo que pasa hasta ser atendido por la persona adecuada se multiplique. Frente a esta práctica, en países como Francia, Bélgica o Alemania existe una mayor libertad a la hora de elegir al profesional al que se quiere acudir (de cabecera o especialista), lo que reduce la espera pero puede implicar a su vez mayores costes.

Decantarse por un sistema o por otro no es fácil. A la vista está que cada país cuenta con su propia fórmula, basada en factores como la experiencia, el presupuesto o el tipo de paciente medio. Sin embargo, aunque los estudios realizados al respecto defienden en su mayoría que el paso por el médico de Atención Primaria es el método más acertado y económico, un trabajo reciente de la economista Paula González encuentra que, aunque esta fórmula es probablemente la más acertada, hay factores a tener en cuenta.

En un artículo publicado en la revista Health Economics, esta investigadora de la Universidad Pablo de Olavide expone los resultados de un estudio comparativo entre los dos sistemas, incorporando a análisis previos sobre el tema dos aspectos importantes. Por un lado está la presión que ejercen los pacientes sobre el médico de cabecera, con la intención de que éste les remita al especialista. El otro factor incorporado aborda la información que tienen los pacientes con respecto a su enfermedad. “Si la dolencia es hereditaria, crónica o si se trata de una muela, a veces puede parecer ilógico tener un mediador que te dé un volante, con las esperas innecesarias que eso implica”, señala Paula González.

Las conclusiones del estudio apuntan a que, en general, el uso de un mediador es la mejor opción, aunque existen situaciones en las que la libertad del paciente para elegir a quien dirigirse puede ser beneficiosa. Éste es el caso si la insistencia de los enfermos es muy alta, “ya que estás pagando a los médicos de cabecera por muchas consultas que acaban derivadas al especialista a causa de la presión”, apunta la economista. Por otra parte, en contextos donde los pacientes tienen buena información sobre su padecimiento, la libre elección podría considerarse una vía posible, aunque con condicionantes.

Un sistema en el que existe la posibilidad de ir al especialista directamente, según la necesidad de cada caso, puede tener un elevado coste si no se establecen métodos de control. “Cuando la libertad es total, si no disciplinas a los pacientes, lo que va a ocurrir es que todos van a querer ir al especialista y esto puede resultar muy costoso, máxime cuando la dolencia puede tratarla un médico de atención primaria igual de bien y más barato”, afirma la investigadora. Por ello se recurre a medidas en las que se busca exprimir las posibilidades de la medicina primaria.

Para encontrar la fórmula óptima de acceso a tratamiento especializado, Paula González ha introducido la presión y la información del paciente en un marco de estudio basado en lo que se conoce como modelos principal-agente. Se trata de una metodología en la que un principal, la autoridad sanitaria, debe tomar una decisión que afecta y sobre la que influyen unos agentes, médicos de cabecera y pacientes en el estudio. En concreto, lo que trata en esta ocasión el principal es maximizar la salud de la población, estando sujeto a una restricción presupuestaria. Para ello diseña un contrato, en el que se introducen los incentivos apropiados para que los agentes se comporten de la manera más adecuada a la socialmente deseable.

“En un sistema sanitario basado en la libre elección, la única manera de evitar que los pacientes recurran al especialista de manera indiscriminada es introducir copagos”, afirma Paula González. Siguiendo la línea marcada en países como Bélgica o Francia, el estudio desarrollado concluye que la fórmula idónea, cuando acudir a un mediador no es obligatorio, pasaría por la gratuidad en la atención primaria y por pagar una suma en el caso de recibir asistencia especializada. Una cantidad que se vería reducida en caso de que sea el médico generalista el que derive el caso.

Aparte de los copagos, en la investigación se analizan también los incentivos que deben incluir los contratos para los profesionales sanitarios. El trabajo sugiere que además del sueldo fijo, los médicos de cabecera recibirían anualmente cierta cantidad de dinero (en función del número de pacientes adscritos a su cupo), que iría bajando al derivar pacientes al especialista y que bajaría, pero menos, en caso de tratarlos personalmente. “Al finalizar el año, el sobrante sería para el médico de atención primaria para, por ejemplo, adquirir equipamiento, buscando con ello disciplinar a los profesionales sanitarios y que no se refieran pacientes sin ton ni son”, concluye la economista.


Fuente: Ciencia directa


Si queréis leer algo más acerca de la Atención Primaria, y el mal uso que le estamos dando como población, pasáos por esta entrada de Saludyotrascosasdecomer, donde Enrique Gavilán, como siempre, sabe tocar la fibra a los que amamos la medicina...

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Técnico Docente UD Plasencia 3 de diciembre de 2009, 10:01  

Hola, Anna,
Gracias por citar nuestro post.
He leido detenidamente este tuyo, y los comentarios que extraes de la autora del estudio que nos presentas.
Resulta curioso como alude al término "mediador" cuando habla del médico de familia. Lógico que nos considere como tales siendo como es la autora una aconomista, que ve el acto clínico como un producto económico en el que intervienen transacciones y mediadores, como si se tratase del mercado bursátil. En este contexto, lógicamente llega a la conclusión de que la medicina de familia tiene un papel que asegura mayor sostenibilidad y eficiencia que la consulta directa con el "especialista" (también me resulta curioso el término, ya que los médicos de familia también somos especialistas, digo yo...).
Pues sí, este es un argumento sólido, somos más eficientes, porque con menos recursos damos respuestas a más problemas. De hecho, en sistemas como el británico, aún más basados en la atención primaria que el nuestro, los médicos de familia resuelven el 90 % de los problemas de salud de los ciudadanos. El 90%. En España rondará el 70-80%, según estudios. Quiere decir esto dos cosas: que la mayoría de los problemas de salud de la población son leves, y que los médicos de familia somos capaces de resolverlos porque estamos capacitados para ello. Y además, al tener una visión global del paciente, tenemos la habilidad de integrar la información verbal y no verbal, física y psíquica, personal familiar y social del paciente, aspectos todos ellos en los que generalmente los "especialistas" del hospital consideran que no es necesario entrar (producto de un curriculum universitario donde lo que prima es una visión reducccionista de la enfermedad, cuyos determinantes consideran que sólo son de índole objetivo, tangibles y medibles).
Pero lo que obvia este estudio es una parte esencial de nuestro trabajo: la relación médico-paciente. Una relación continuada con un profesional que otorga confianza, basada en el respeto y en la honestidad, no sólo abarata costes y maximiza resultados (satisfacción, mejora de la funcionalidad y de la calidad de vida, control sintomático y prevención de complicaciones, resultados todos ellos demostrados científicamente), sino que es un precepto básico de nuestra profesión, independientemente de la especialidad de cada cual.
Sobre nuestro post en saludyotrascosasdecomer, vaticinamos la muerte de la Atención Primaria en los términos en los que está actualmente contemplado. Yo no quiero esta Atención Primaria. La especialidad de MFyC nació hace 30 años, hace 30 años que la Atención Primaria comenzó a desarrollarse en nuestro país, y aún hay gente que no sabe que somos especialistas, que estamos perfectamente capacitados para resolver problemas de salud, aún ahora los estudiantes de medicina siguen sin saber qué es lo que hacen esos médicos de cabecera que no han podido hacer una especialidad, y los medios de comunicación nos condecen generalmente un papel pobre, cuando no denigrante. Para más inri, la administración sanitaria sigue invirtiendo proporcionalmente mucho más en construir y mantener hospitales, sobredimensionando plantillas en los centros hospitalarios, a costa de reducir de forma sostenida los presupuestos que de forma natural debieran ir para el primer nivel asistencial. Pero ya lo último es ver como hay muchos médicos de familia que no nos creemos ni deseamos lo que hacemos, y es entonces cuando ya uno sucumbe y desea mandarlo todo al cementerio y comenzar de nuevo con otra historia donde las cosas estén cada una en su sitio. Y en esa nueva atención primaria el hospital también tiene su sitio, la universidad también, como no, pero mirando a la AP no como la hija pobre o la hermana descalza, sino de igual a igual.
Besos y gracias, Anna! (ojalá cuando acabes hagas medicina de familia, todos te lo agradeceríamos!)

Frank Lhermitte 3 de diciembre de 2009, 15:55  

Vaya, yo no puedo competir con el megapost de antes. Tan sólo aprovecharé para volver a quejarme de la caña que nos dan los gestores médicos en cualquier sitio.

Y a saber qué se le ocurre a los responsables. Porque incluir el "copago" para el especialista sólo repercutirá en un mayor número de enfermedades que se escapan porque la gente no se arriesgará a asistencia específica o a las pruebas si las tiene que pagar de su bolsillo. Eso sí, las cuentas de la sanidad se "sanearán" a costa de nosotros. ¿Como en Estados Unidos?. Pues vaya...

Salu2!

Unknown 3 de diciembre de 2009, 17:58  

Wow, menudos comentarios que me habéis dejado chicos, increíbles!!

Respecto al primero, varias cosas a comentar:
- sí, que el artículo lo haga una economista no ayuda demasiado a las conclusiones que se sacan. Porque sí, está bien contar con el consejo de un médico, pero no por eso es un simple "mediador". ¿Acaso no es también médico y, sí, especialista? Indignante...
- no me extraña que los de AP estéis indignados y quemados con el sistema. En la última línea dices que ojalá hiciera yo MFyC... Bien, ojalá pudiera hacerla!! Pero el sistema no funciona, la gente no nos respeta, los medios de comunicación ridiculizan a los cabeceras. Entenderás que así es difícil querer entrar en eso. Y ojo, me encanta la especialidad porque soy una firme defensora de la relación médico-paciente, el paciente como un todo y el hacer uso de la esfera psicoafectiva. Pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que, ya no yo, sino muchos, la escogiéramos... No es culpa de vosotros, profesionales de 10, sino de un Ministerio que no tiene ni idea de lo qué está haciendo y cómo arreglarlo.

Y ya si nos ponemos a hablar de la pseudoprivatización y el pago de las pruebas... en fin, lamentable!!

Un beso y muchas gracias a los dos por vuestros comentarios!!

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